Del desaparecido Hipódromo de La Carolina, ¿solo quedó la ruta?

Del desaparecido Hipódromo de La Carolina, ¿solo quedó la ruta?

Las personas que decidan ir en transporte público, desde La Ferroviaria, en el sur de Quito hasta el norte de la capital, pueden tomar una unidad de los buses que aún mantiene una de las rutas más antiguas: Camal-Hipódromo. Sin embargo no está por demás advertirle que cuando finalice su recorrido no espere encontrar el escenario para carreras de caballos, pues este ya no existe.

Pero ¿qué pasó con el Hipódromo? En la alcaldía de Sixto Durán Ballén (+) a principios de la década de 1970 el Municipio de Quito emprendió con un plan para dotar de espacios verdes al parque La Carolina y decidió eliminar el hipódromo.

Este espacio fue creado dentro del Plan Regulador de Quito, trazado en 1942, por el arquitecto uruguayo Jones Odriozola. Estaba pensado como un centro deportivo abierto a todo público de la ‘Carita de Dios’ “de todas las clases sociales”, decían los anuncios de la época. El complejo contaría con canchas, estadio, piscina olímpica, grandes jardines y por supuesto, un hipódromo.

Se trataba del segundo escenario deportivo de este tipo, en la historia de Quito, después de que en 1915 se inaugurara el Hipódromo Nacional. Aquel lugar era propiedad del periodista César Mantilla, uno de los fundadores de diario EL COMERCIO, pero cerró en los años 30.

20 años después, un domingo 10 de diciembre de 1950, con una emotiva cartelera se inauguró la pista del Hipódromo de La Carolina. En ese entonces contaba con servicios de bar y restaurante, salón de apuestas, palcos y graderíos; y explanadas para que el público presencie el espectáculo con comodidad, según detalla una crónica de diario EL COMERCIO de aquella época.

Al evento acudieron el Presidente de la República, en ese entonces Galo Plaza Lasso y el alcalde José Chiriboga. Este escenario se construyó con “esfuerzo”, según la misma nota de prensa, del Club Hípico de Quito.

La carrera de inauguración tuvo seis carreras con alrededor de 15 jinetes reconocidos de Quito, Pichincha y el país. Los premios iban de entre 1 000 a 3 000 sucres. Para que usted tenga una idea del equivalente de ese monto se puede revisar datos del Banco Central del Ecuador. De acuerdo a las cifras oficiales de esa época, alrededor de 18 sucres costaba un dólar americano y según nombramientos de ese entonces, los salarios -en moneda nacional – oscilaban entre 100 y 190 sucres. Así que el premio era muy jugoso para los competidores.

Esta aventura hípica duró casi seis años hasta que se dejaron de organizar carreras de manera frecuente, según describe un reportaje de la revista especializada en hípica, El Derby en 2015.

Jinetes ecuatorianos de gran escuela como Segundo Luque, Abel Vaca, Gustavo Hidalgo, Sixto Lozada, Eliseo Dillón y Victoriano Lima, contribuyeron de manera importante al surgimiento de excelentes látigos pichinchanos como Leonardo Mantilla, Jesús Yánez, Carlos Ruiz, César Escobar, Hugo Serrano, Hernán Gutiérrez, y del guayaquileño Eduardo Luque, resalta la publicación de El Derby.

Actualmente, en el sitio donde antes decenas de jinetes de la “aristocracia quiteña” guiaban por la pista de 2000 metros de longitud (con dos rectas de 800) a sus caballos, se encuentra una pista atlética junto con espacios verdes. El sitio es frecuentado por los residentes de Quito, quienes acuden los domingos a patear la pelota, trotar, montar bicicleta o saborear un helado. Muchos de ellos llegan en el autobús de la Cooperativa Nacional que todavía cubre la ruta Camal-Hipódromo aunque este último punto de su recorrido ya haya desaparecido.

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Author: Alejandra Navas

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