Entre los páramos de los Andes ecuatorianos es muy común encontrar a unos personajes muy especiales: los chagras. Se los suele ver cabalgando, en grupos o en solitario, ataviados con un zamarro (un pantalón de cuero y lana de oveja), un poncho de lana, un pañuelo (o una gruesa bufanda), un sombrero y espuelas. Son los dueños del páramo, conocen todos sus recovecos y lo han convertido en su casa, pues pueden pasar cabalgando varios días mientras arrean al ganado o a los caballos.
La palabra chagra tiene su origen en el término quichua ‘chacra’, que es una parcela de tierra sembrada, generalmente de maíz. El personaje del chagra surgió luego de la llegada de los españoles a América, cuando estos necesitaron personas de confianza (generalmente mestizos) que conocieran la tierra, para cuidar las enormes extensiones de las que se apoderaron. Los chagras han sido desde entonces parte importante de la cultura de la Sierra. Desde entonces han sido parte fundamental del desarrollo de las haciendas andinas y de los Andes en general.
La cultura de los chagras es una muestra vital de la Sierra ecuatoriana, pues se caracterizan por su conocimiento a fondo del páramo, su amor a la naturaleza y a los animales, así como su destreza en el manejo del lazo. Uno de los acontecimientos más importantes para los chagras son los rodeos, en los cuales salen varios días a buscar animales perdidos en la inmensidad del páramo y a arrear a aquellos que vagan sin dueño por las montañas. La llegada con estos animales a la hacienda siempre es una fiesta, en la que se disfruta de sus conocimientos y se festeja la simbiosis con la madre Tierra.
Por: Surtrek
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