La respuesta está en la osificación del caballo: los huesos del potro no completan su proceso de maduración hasta que alcanza dicha edad y, en caso de someter al caballo a mucha presión, sobrecarga o exceso de trabajo, su cuerpo no se desarrollaría de forma correcta y completa. Lo ideal es, una vez que el potro haya superado los dos años y medio, se puede montar por breves períodos de tiempo, sin llegar a sobrecargarlo ni exigirlo. A medida que vayan pasando los años se pueden ir agregando progresivamente más actividades.
En la ilustración se muestran los huesos que están completamente formados desde el primer hasta el quinto año, que es cuando el esqueleto del caballo ha completado su desarrollo.
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